Saludos desde la Tierra

El mes de septiembre se celebran 36 años del lanzamiento de las naves espaciales Voyager 1 y 2 de la Misión Interestelar Voyager (MIV). La misión aprovechó una alineación planetaria que sólo ocurre cada 176 años para explorar zonas que ninguna otra misión había alcanzado: los confines del sistema solar. Las naves exploraron Júpiter y Saturno, y algunos de sus satélites, aunque sólo una de ellas alcanzó también las órbitas de Urano y Neptuno. Después de fotografiar estos cuerpos celestes, y aprovechando el impulso de las fuerzas gravitatorias de los planetas visitados, las naves iniciaron su escape de la heliósfera, es decir, del campo magnético solar, para distanciarse cada vez más hacia el espacio interestelar a una velocidad relativa de 61,000 km/h. El 12 de septiembre de 2013, la NASA anunció que el Voyager 1 había logrado cruzar la frontera de la “heliopausa” con éxito.


Además de las labores de exploración, la NASA planeó otro proyecto llamado “Golden record”, que le comisionó al célebre cosmólogo Dr. Carl Sagan. El “Golden Record” es un disco con cubierta de oro y una portada con grabados que detallan la técnica de reproducción sonora del disco, y el cual guarda registro de la Tierra. El disco incluye diversas pistas sonoras e imágenes que siguen la historia natural del planeta y el desarrollo cultural del ser humano, todo esto con la remota esperanza de que alguna inteligencia extraterrestre intercepte el aparato y tenga noticias de nosotros. El equipo dirigido por el Dr. Sagan dividió en cuatro secciones los documentos del disco: “Sounds from Earth”, “Scenes from earth” “Greetings from Earth” y “Music from Earth”. Las pistas incluyen sonidos de la actividad geológica y climática terrestre: una erupción volcánica, el caer de la lluvia, las olas del mar; la fauna: el canto de las ballenas, los ladridos del perro, el chillido de los chimpancés, el llanto de un bebé, el chasquido de un beso; la tecnología: el sonido de las herramientas de trabajo, el ruido de las máquinas, la propulsión a chorro de un cohete espacial, etc. También hay grabaciones musicales de varias regiones del planeta incluyendo: música de mariachi, música andina, japonesa, georgiana, navajo, al igual que obras de Bach, Beethoven, Mozart, Chuck Berry, etc. Contiene saludos de diversos pueblos alrededor de la Tierra en 55 idiomas diferentes, incluyendo algunas lenguas muertas como el sumerio, el hitita, el acadio y el latín. Las imágenes incluyen un diagrama del desarrollo de nuestra especie, incluyendo su origen evolutivo, desde su etapa fetal hasta su fase propiamente humana. También incluye diagramas del sistema métrico decimal, los conceptos básicos de la aritmética, la fecundación del óvulo de la mujer, del sistema solar e imágenes de diversas actividades humanas, incluyendo un maratón olímpico y una caminata espacial.
    La página web oficial de la misión Voyager pronostica que las naves dejarán de operar hacia el año 2025, cuando sus reservas de plutonio agoten su energía y ya no tengan la capacidad de seguir enviando información a la Tierra.


Es interesante preguntarnos qué noticias sobre la civilización terrestre vale la pena enviar a los hipotéticos habitantes del espacio exterior. La ciencia y la música parecen una buena respuesta. Sin embargo, es difícil evadir el hecho de que lograr contacto con una cultura extraterrestre es una posibilidad demasiado remota. La oportunidad más cercana de que las naves encuentren vida es que se acercaran lo más posible al sistema planetario más próximo: Alpha Centauri, que se encuentra a 4.3 años luz de distancia, el equivalente a 9,4 billones de kilómetros. El tiempo que tardaría en cubrir esa distancia a la velocidad a la que viaja actualmente la nave Voyager 1 serían 17,646 años si viajara en esa dirección. Pero ninguna de las dos naves se dirige hacia Alpha Centauri. Los científicos de la NASA informan que cada una de ellas se dirigen respectivamente a las estrellas Gliese 445 de la constelación Ofiuco y la estrella Ross 248 de la constelación de Andrómeda, y se pronostica que arribarán a sus respectivos destinos dentro de 40,000 años. El mismo tiempo ha tardado el homo sapiens en desarrollar la civilización que hoy conocemos desde que se expandió por los cinco continentes desplazando a sus parientes homínidos más cercanos: el homo neanderthalensis y el hombre de Cro-Magnon. Nada nos evita pensar que en los próximos milenios las condiciones que nos permiten sobrevivir en la Tierra cambiarán nuevamente de manera drástica, y que quizás ahora nosotros seamos los desplazados. Pero tal vez la Misión Interestelar Voyager es excusa para iniciar otro tipo de exploraciones cósmicas...
    Por supuesto, la idea a las que nos conducen estos cálculos es la brevedad de la existencia humana y lo diminuto que nuestros conflictos internos se miran sub specie aeternitatis. Un disco de 12 pulgadas que viaja a velocidades asombrosas condensa el milagro de la vida consciente, un milagro sólo comparable con la existencia misma del universo. Aunque no es difícil pensarlo también solamente como otro cuerpo celeste más que viaja solitario en la fría inmensidad de un espacio vacío de significado.

Roberto Cruz Núñez